Mark Twain, fue un tipo que hizo de su humor literario y entretenimiento su marca, y dijo una vez: «Una fotografía es un documento muy importante, no hay nada más condenatorio para ir a la posteridad que una tonta sonrisa, capturada y fija para siempre«.
Hay un montón de razones por las cuales los victorianos no sonreían en las fotos, como los tiempos de exposición largos, los altos costes de realizar un retrato, la mala higiene dental, y, quizás la más importante, que simplemente se veía como de mala educación. Pero por suerte, todavía hay algunas pruebas de que los victorianos no podían evitar esbozar una sonrisa o romper la rígida pose habitual de vez en cuando.