A veces, lo maligno se oculta en la ropa y los trajes más inocentes para encubrir sus abusos, y nada podría ser más cierto en la reciente detención de una monja católica acusada de ayudar a sacerdotes a violar a niños sordos.
Kosaka Kumiko, de 42 años, fue escoltada y esposada todavía en su hábito de monja por la policía argentina.
“Soy inocente”, proclamó a los funcionarios judiciales, aunque esto se contradice con los testimonios de varios niños sordos del Instituto Antonio Provolo, donde ella desempeñaba su labor.
El instituto, que funcionaba en esencia como una escuela, sobre todo “servía” a niños sordos.
“Siempre decían que era un juego”, dijo una de los niños maltratadas, “Vamos a jugar, vamos a ir a jugar y nos llevaba al baño de las chicas”.
Entre las atrocidades que supervisó Kosaka, ayudó a hacer posible a que fueran forzados a tener sexo anal/vaginal y sexo oral.
Los investigadores comenzaron a sospechar de su participación después de que una estudiante afirmara que Kosaka la obligó a usar un pañal para tapar una hemorragia que había desarrollado después de haber sido violada por Horacio Corbacho, un cura principal.
Para añadir una inquietante ironía, algunos niños afirmaron haber sido violados en repetidas ocasiones cerca de un retrato de la Virgen María.
Afortunadamente, los sacerdotes acusados de las violaciones reales fueron detenidos el año pasado – Horacio Corbacho y Nicola Corradi.
El Instituto Antonio Provolo tiene una rama separada en Italia, que es donde Corradi fue acusado de sus propias atrocidades – sin embargo, nunca recibió sanciones del Vaticano.
Los casos de abuso sexual hacia niños dentro de la Iglesia Católica no son nada nuevo.
A principios de este año 2017, el papa Francisco informó de una controvertida medida para aligerar las penas para los abusadores de menores condenados dentro de la Iglesia Católica.
Ahora, después de la reacción generalizada del público, un destacado miembro de la comisión de la Iglesia para luchar contra la pedofilia ha renunciado.
“Por la falta de cooperación”, dijo Marie Collins de la Comisión Pontificia de la Iglesia para la Protección de Menores, «sobre todo por el dicasterio estrechamente implicado en el tratamiento de los casos de abuso, ha sido una vergüenza.”
I have resigned from the Pontifical Commission for the Protection of Minors Statement here: https://t.co/q7ElsXgxD6
— Marie Collins (@marielco) 1 de marzo de 2017
A pesar de que Marie inicialmente vio al Papa tener un “deseo genuino” para acabar con el abuso sexual dentro de la Iglesia, Marie dijo que las cosas han dado un giro hacia peor, lo que motivó su renuncia.
“Es devastador que ésto suceda en 2017”, dijo Marie, “ver que estos hombres todavía pueden anteponer otras preocupaciones antes que la seguridad de niños y adultos vulnerables”.