Durante más de 30 años, este chimpancé llamado Ponso ha estado viviendo en una isla desierta frente a la Costa de Marfil. Él no tiene una fuente de alimentos o agua, y todos sus compañeros han muerto hace años.
Pero gracias a un solo hombre, él está vivo.
Desde hace varios años, un aldeano llamado Germain, a pesar de sus limitados ingresos, se ha preocupado en dejar alimentos para el solitario chimpancé. Aunque la dieta de pan y plátanos no era suficiente para que un chimpancé de cerca de 40 años de edad prosperase, éste se ha mantenido vivo – y está claro que muestra su gratitud.
Sin embargo, esta triste situación de Ponso no es nada comparado con su triste pasado. Durante años, Ponso fue utilizado en las dolorosas pruebas que el Centro de Sangre de Nueva York (NYBC), llevó a cabo para la investigación de la hepatitis usando decenas de chimpancés, muchos de los cuales fueron capturados en el medio salvaje.
Mientras estaban atrapados en los laboratorios, cada uno de los chimpancés se enfrentó a decenas de biopsias y anestesiamientos. Uno de ellos inclusó llegó a perder su ojo cuando los investigadores le dispararon en la cara con un dardo; otro tenía un solo brazo después de que fuera impactado con una bala destinada a su madre. Unos cazadores furtivos la mataron para que pudiera ser secuestrado para el laboratorio.
Las madres perdían a sus bebés; otros chimpancés se estrangularon a sí mismos en el centro de investigación, donde durante muchos años vivían encadenados por el cuello.
Sin embargo, cuando las pruebas hubieron terminado, el NYBC decidió abandonar a los chimpancés, dejándolos en unas islas cerca de Liberia que es donde Ponso vive. No tenían ninguna fuente de alimentos o de agua dulce, y muchos murieron poco después de enfermedades y hambre.
Ponso era uno de los 20 chimpancés abandonados en 1983, pero, en palabras de un grupo de ayuda, la isla pronto se convirtió en una «verdadera masacre». En cuestión de meses, la mitad de maltratados animales estaban muertos o desaparecidos.
Los nueve supervivientes fueron reubicados. Poco tiempo después, cinco de ellos estaban muertos.
Ponso fue el único superviviente, junto con su pareja y sus dos hijos. Pero el resto de su pequeña familia murió con pocos días de diferencia en 2013. Germain, el aldeano que había estado alimentándolos, informó que Ponso ayudó a enterrar a su propia familia arrojando tierra sobre ellos.
Desde entonces, el anciano chimpancé – que tiene por lo menos 40 años – ha estado viviendo sus días solo y abandonado en la pequeña y tranquila isla.
«Imagínate a ti mismo solo en una isla que no ofrece recursos para sobrevivir y sin escuchar la menor señal o ruido que indique que hay alguien más«, escribió en Facebook SOS PONSO, un grupo dedicado a salvar al solitario chimpancé. «¡Esto es a lo que se reduce la triste vida de Ponso!»
«Él espera la muerte, solo, llorando y respondiendo de forma intermitente a los gritos de los chimpancés salvajes«, agregó el grupo. «Esta es la recompensa por haber sido utilizado durante años por un gran laboratorio«.
Y justo cuando parecía que las cosas no podían ir peor para los chimpancés abandonados, sucedió. Mientras que NYBC parecía haber renunciado a Ponso desde hace mucho tiempo, el grupo mantenía las colonias más grandes de chimpancés, dejándoles comida y proporcionándoles vacunas.
Pero el año pasado, NYBC anunció que estaban cortando todo el apoyo a los chimpancés, incluyendo el de una isla que es el hogar de 60 a 70 animales, lo que hará que se mueran de hambre. El centro argumentó que ya que no tenía ninguna obligación legal de cuidar de ellos, que estaba bien dejarlos morir.
La medida fue duramente condenada por la comunidad científica. Jane Goodall dijo que la decisión del NYBC era «completamente sorprendente e inaceptable». Brian Hare, primatólogo de la Universidad de Duke, dijo a The New York Times, «Nunca, nunca he visto nada ni remotamente tan repugnante como esto«.
Pero la indignación cayó en oídos sordos. Grupos de bienestar animal se apresuraron para llegar a una de las islas, donde encontraron que los chimpancés se habían quedado sin agua fresca.
Desde entonces, un grupo público ha ido continuando la tarea dejada por el NYBC; la Sociedad Protectora de Animales de Estados Unidos, impulsada por donaciones públicas, ha encabezado los esfuerzos para alimentar y cuidar la isla de Liberia donde está la gran colonia de chimpancés.
En cuanto a Ponso, el más solitario de los chimpancés, se formó un grupo autodenominado SOS PONSO, para asegurar de que el maltratado animal reciba la atención que necesita. Gracias a las donaciones públicas, Ponso ahora recibe entregas de alimentos frescos y un equipo de colaboradores internacionales que lo cuidan.
«Es aberrante que una organización con cientos de millones de dólares en ingresos y activos haya dejado morir a Ponso y a otros chimpancés en Liberia«, escribió «Haz lo que debas», una de las muchas páginas de Facebook dedicadas a salvar a los chimpancés del NYBC, señalando que la NYBC ha obtenido unos ingresos estimados de 400 millones de dólares gracias a la utilización de los chimpancés en investigaciones. «No vamos a abandonar a Ponso y continuaremos haciendo campaña para que NYBC haga lo correcto.»
«Ponso merece un hermoso y verdadero santuario, y no esta vida de aislamiento«, dijo SOS PONSO.
Se necesitan fondos para asegurar que Ponso recibe la atención alimentaria y veterinaria que necesita. Si desea ayudar, puede hacer una donación aquí.
Si también desea apoyar a los demás chimpancés abandonados por NYBC, puede donar aquí.
También puede ponerse en contacto con NYBC y pedirles que asumean la responsabilidad de los animales que dejaron morir.