Un gran elefante salvaje – que había estado sufriendo durante al menos dos años una terrible lesión en una pata ocasionada por una trampa – fue salvado recientemente por un intrépido grupo de veterinarios y conservacionistas en Zimbabue.
El elefante fue descubierto hace dos años, cerca de la frontera de Zambia por un grupo local, el Wildlife Conflict Management Chirundu Elephant Program. Pero el esfuerzo por tratar de ayudarlo no tuvo éxito debido a que el elefante desapareció antes de que los conservacionistas pudiesen llegar hasta él.
Más tarde, el viejo elefante macho de 35 años de edad fue visto de nuevo.
«Ha sido visto cada hora del almuerzo en compañía de otros tres elefantes durante los dos últimos días«, escribió la veterinaria Lisa Marabini de AWARE Trust, una organización de conservación de la fauna de Zimbabwe, en un boletín . «Él se siente más vulnerable que los otros tres elefantes y mantiene su distancia con la gente«.
El elefante también tenía manchas circulares visibles en su piel, probablemente de una infección, lo que indica que su sistema inmunológico no estaba funcionando correctamente.
Estaba claro que la trampa tenía que ser retirada.
Así que Marabini y Keith Dutlow, otra veterinaria de AWARE, condujeron durante 800 kilómetros para atender el sufrimiento del animal.
Trampas mortales para la vida salvaje
Las trampas son, por desgracia, la causa de mucho sufrimiento para la vida salvaje en Zimbabwe. «Las trampas son extremadamente comunes en Zim«, dijo Marabini al medio The Dodo. «Con más de un 90 por ciento de desempleo y la mayoría de personas viviendo por debajo del umbral de la pobreza, muchas personas dependen de la carne de animales salvajes para obtener proteínas. Casi todas las áreas rurales y salvajes no están vigiladas de forma rutinaria por los guarda forestales«.
Aunque las trampas se ponen normalmente para antílopes pequeños como el impala, Marabini dijo que cada animal es susceptible de caer en ellas, incluyendo rinocerontes, leones y elefantes.
Si cae un elefante generalmente rompe la cuerda y se libra de ella. Pero esta seguirá ajustada a su pata para siempre, explicó Marabini a The Dodo. «Las trompas pueden cortarse, a los elefantes parecen irles bien, siempre que tengan al menos la mitad de la trompa. Pero las trampas alrededor de las patas con el tiempo se quedan apretadas alrededor de los huesos de la pezuña, causando osteítis paralizante [inflamación del hueso]«.
Pero sobre todo, dijo Marabini, es un misterio, porque a menudo los elefantes simplemente desaparecen.
Encontrando un elefante herido
Saber donde vive un elefante generalmente es una cosa. Encontrar su ubicación exacta es otra. Y lanzar un dardo [para sedar al animal] es otra. Pero Marabini y Dutlow, junto con un equipo de conservacionistas, comenzaron la propuesta de todo lo anterior.
«Los elefantes son plenamente conscientes de que están siendo acechados. Cada vez que las maniobras del equipo se ponían en una posición potencial para lanzar dardos, el elefante se volvía hacia ellos, agitando sus grandes orejas amenazadoramente«, escribió Marabini. «En más de una ocasión Keith tuvo que agitar sus brazos y gritar al elefante, aunque esto sólo servía para hacer que el elefante huyera lejos«.
Después de 45 «tensos» minutos siguiendo al elefante, sin embargo, el animal fue «dardeado» con éxito.
Los fármacos utilizados por los veterinarios de AWARE para sedar al elefante tardaron entre 8 y 10 minutos en hacer efecto en el animal. Aunque había muchos riesgos. Una de ellos es que el elefante podría caer sobre su trompa y perder su capacidad de respirar. Incluso si el elefante case en tierra sobre el pecho y está respirando bien, el peso de su cuerpo podrían aplastar los nervios de sus piernas traseras, señaló Marabini en el boletín.
Así que con el fin de evitar problemas el equipo ajustó el cuerpo del elefante.
Inmediatamente, Marabini y Dutlow comenzaron a quitar la trampa de alambre de la pata del elefante. «El elefante se estremeció y movió sus orejas. A pesar de que estaba narcotizado, su ojo derecho parecía que estaba viendo todo lo que estamos haciendo«, escribió Marabini.
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Después los veterinarios aplicaron un anestésico local, pero rápidamente descubrieron que la herida era demasiado profunda. «Las incisiones habían aumentado y la sangre fluía libremente en el campo quirúrgico«, dijo ella.
Después de 20 minutos, la trampa fue cortada y se extrajo un pedazo de 6 centímetros de alambre de acero de espesor del elefante.
Pero aún quedaba gran parte de la trampa.
Y la luz del día comenzó a disminuir.
«Empezamos a pensar que esta trampa nos iba a derrotar«, escribió Marabini.
A continuación, los veterinarios decidieron hacer un último intento de quitar la trampa bajo los faros del Land Rover y la modesta iluminación de teléfonos móviles.
Y funcionó:
Al final Keith pronuncia triunfalmente: «¡Lo has conseguido!», escribió Marabini, cuando el trozo de alambre salió de la incisión. «¡¡Gracias a todos los presentes!! El esfuerzo ha valido la pena«.
Los veterinarios limpiaron la herida, le administraron antibióticos y se le dio un medicamento al elefante para revertir el sedante.
Por desgracia, no todos los elefantes son tan afortunados como este. El mes pasado, los veterinarios AWARE intentaron tratar a un elefante con una lesión en el ojo, pero debido a las complicaciones, el esfuerzo fracasó.
El elefante tenía un agujero de bala de AK-47 en la mejilla y en la trompa, probablemente víctima del comercio salvaje del marfil.
«El holocausto de elefantes tiene su pie en la puerta de Zimbabwe«, dijo Marabini. «Ahora cuenta cada vida de cada elefante«.