Irena Sendler vivía una vida que la mayoría ni siquiera podía imaginar. Nació en Varsovia, Polonia, el 15 de febrero de 1910. Su padre murió cuando ella tenía sólo siete años de edad, pero antes le enseño la lección de toda su vida: ayudar siempre a los necesitados.
Su vida de trabajo y riesgo increíble ha estado oculta de la historia popular – hasta hace poco tiempo …
La historia de Irena Sendler comenzó cuando era niña y veía a su padre tratar a innumerables pacientes cuando era uno de los médicos más respetados de Polonia. Inspirada por el trabajo de su padre, Irena decidió seguir sus pasos y comenzar una carrera en la medicina.
Después de años de entrenamiento y dedicación, la joven fue finalmente licenciada como enfermera y comenzó su carrera en el Departamento de Bienestar Social de Varsovia, cerca de una de las peores zonas para las familias judías durante la Segunda Guerra Mundial: el gueto de Varsovia.
La experta enfermera repartió alimentos, ropa y otros elementos importantes a las familias que necesitaban ayuda desesperadamente. A pesar de que Irena era una devota católica, nunca dudó en ayudar a las personas judías en circunstancias extremas.
Durante su tiempo de trabajo cerca del gueto de Varsovia, Irena fue introducida en la organización de resistencia clandestina llamada «Żegota». El grupo trató de liberar a judios retenidos en los guetos antes de que se vieran obligados a ir a los campos de exterminio, donde su fatal destino estaba asegurado.
Junto a otros miembros Żegota, Irena colaba a niños judíos de cualquier forma que podía. Ella utilizaba el certificado de enfermera para decir que algunos niños estaban enfermos, o incluso muertos, y engañaba a los soldados nazis que estaban de guardia en el gueto.
A pesar de que Irena era claramente una buena persona que trataba de ayudar a los niños de una vida de hacinamiento, enfermedades y una muerte segura, algunos padres eran reacios a entregar a sus pequeños a una completa desconocida.
Ella explicó esta lucha en la publicación polaca Sydsvenskan.
«El padre quería entregarme el niño a mí, pero la madre no. O en algunos casos era la abuela la que se negaba. Mientras, el niño lloraba de miedo y desesperación «.
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A pesar de sus miedos y la falta de voluntad para estar sin sus hijos, miles de padres permitieron que Irena llevara a sus hijos hacia la libertad.
Con los años, Irena salvó a miles de niños judíos del yugo y el castigo nazi. Incluso después de que fuera capturada tratando de colar a niños por la frontera hacia la libre «tierra aria», nunca confesó los nombres de los niños que ella liberó.
«El odio que sentía por los ocupantes alemanes era más fuerte que el miedo … Mi padre me enseñó a salvar a un hombre que se ahogaba, incluso si no sabía nadar. Durante ese tiempo era Polonia la que se estaba ahogando«.
Con los años, Irena hizo algunos amigos maravillosos que la ayudaron a escapar de la tortura y la maldad nazi. En una acción sin precedentes, los amigos de Irena sobornaron a un oficial de la prisión y la ayudaron a fugarse.
Por desgracia, la fuga de Irena hizo que después le rompieran sus dos brazos durante sus muchos interrogatorios con comandantes nazis.
Irena pasó el resto de sus años viviendo bajo un nombre falso y evitando la persecución nazi. A pesar de que ella se puso a sí misma en grave peligro, Irena regresó a su antigua casa para recuperar algo que ayudaría a los niños a salvarlos una vez más.
Irena tenía una lista escondida en unas latas de metal en el patio de su vecino, con los nombres de cada niño que ayudó a escapar. La valiente mujer desenterró las latas y, una vez que la guerra hubo terminado, se acercó a todos los niños de esa lista y trabajó para reunirlos con sus familias.
Muchos perecieron en campos de concentración o debido a la desnutrición y a las enfermedades en los guetos, pero muchísimas familias se reunieron de nuevo gracias a Irena.
Antes de su muerte a la edad de 98 años, Irena tuvo el placer de conocer a las familias que ayudó durante sus años con Zegota.
«Ahora, tanto los hijos como los nietos de los que rescaté vienen a verme«.
Su valor y determinación para ayudar a los demás en un momento peligroso de la historia es algo que todos debemos tomar en serio y tratar de emular. Independientemente de las creencias religiosas, Irena sabía que todos somos hermanos y hermanas, y debemos tratar de ayudar a los demás como tales.
Increíblemente, fue el trabajo de unos estudiantes de secundaria el que destapó la increíble misión y vida de Irena y la hizo más ampliamente conocida. Mira este increíble vídeo para saber más acerca de su vida y de los estudiantes que llegaron a conocerla.