Aunque el perro Ginzey es un poco tramposo, también es divertido. Cuando hay grandes nevadas todo el mundo se puede volver un poco loco al quedar atrapado en el interior. A estos chicos se les ocurrió gastar una broma a su perro y, de paso, hacer que gastara su energía interior. Los juegos de esconder y buscar pueden ser una gran manera de conseguir que un perro gaste esa energía, tanto física como mental.
Así que construyeron un fantástico laberinto con la nieve acumulada en su patio, se ocultaron en un extremo y empezaron a llamar a Ginzey. La idea era buena. Esperaban que Ginzey tardara un tiempo en acudir hasta la llamada, pues para llegar tendría que resolver el laberinto. ¿Y qué es lo que pasó?
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