Escondido en el Oberland bernés de los Alpes suizos, a unos 70 km al sureste de Berna, se encuentra el valle de Lauterbrunnen, considerado como uno de los valles más bellos de Europa. El valle tiene aproximadamente un kilómetro de ancho, y se encuentra entre paredes rocosas gigantescas y picos de montañas que se elevan casi perpendicularmente a una altura de 300 metros desde el fondo del valle. En la parte inferior, situado entre imponentes precipicios de piedra caliza, se encuentra el pueblo de Lauterbrunnen, rodeado por tres lados por el Eiger, el Mönch y el Jungfrau. El valle, tallado por glaciares que retroceden, se extiende al sur y luego gira hacia el suroeste de la aldea para formar la figura de una «U».
Lauterbrunnen significa «muchos manantiales». El nombre viene dado por las 72 cascadas que brotan hacia el valle de los acantilados verticales, algunas de las cuales son de varios cientos de metros de altura. La más famosa de ellas es la catarata Staubbach que tiene una caída de cerca de 300 metros, por lo que está considerada como una de los más altos de Europa.
Otro fenómeno natural espectacular son las cataratas Trümmelbach que se esconden detrás de una montaña, y que consiste en una serie de diez cascadas alimentadas por glaciares que llevan 20.000 litros de agua por segundo. Su caída es de 200 metros. Estas atronadoras caídas han labrado gargantas dentro de la montaña de piedra caliza. Las cataratas eran desconocidas hasta 1877, cuando se hizo un túnel en la montaña. Hoy en día, se puede montar en un funicular subterráneo y caminar por los pasillos para verlo. En invierno, sin embargo, las caídas se reducen al mínimo.
Los acantilados y las dramáticas caídas de Lauterbrunnen han inspirado a muchos músicos y escritores, como el poema de Johann Goethe, «Canción del Espíritu de las Cataratas», al que Franz Schubert puso música. Las montañas místicas que J.R.R. Tolkien describe en «El Hobbit» también se basan en Lauterbrunnen.
Lauterbrunnen se convirtió en Patrimonio Natural de la Humanidad en 2001.
