Dando un significado totalmente nuevo al término “trabajo esclavo”, algunas empresas han comenzado a implantar microchips en sus trabajadores.
Y aunque la razón de los chips no es tan distópica como la famosa novela de George Orwell, las consecuencias pueden ser igual de alarmantes.
De acuerdo con la compañía sueca Epicenter, los microchips implantados están diseñados para mejorar la funcionalidad en el lugar de trabajo, actuando como “tarjetas de banda magnética”, permitiendo a los empleados tener “puertas abiertas, operar con impresoras o comprar batidos con un movimiento de la mano”.
Epicenter ha estado ofreciendo los implantes desde enero de 2015 y desde entonces cerca de 150 trabajadores han acordado implantarse el chip.
“El mayor beneficio, creo, es la conveniencia”, dijo Patrick Mesterson, co-fundador de la compañía, “Básicamente reemplaza una gran cantidad de cosas que tienes con otros dispositivos de comunicación, ya se trate de tarjetas de crédito o claves”.
Conveniencia a costa de seguridad es una tendencia creciente en una era tecnológica moderna.
Las preocupaciones son reales: a lo largo de la historia, el trabajo esclavo se ha seguido con la más alta tecnología del momento. Los campos de concentración nazis, por ejemplo, utilizaban un adelantado sistema de seguimiento con códigos numéricos tatuados en los prisioneros.
Pero a Mesterson esto no le preocupa:
Por supuesto, poner cosas en tu cuerpo es toda una gran decisión que tomar y lo fue incluso para mí al principio.
Pero por otro lado la gente se ha estado implantando otras cosas en su cuerpo, como marcapasos o cosas para controlar su corazón (stents, por ejemplo). Eso es algo muchísimo más serio y grave que tener un pequeño chip que sirve para comunicarse con los dispositivos.«
Otros, sin embargo, advierten de las amenazas potenciales, incluyendo la piratería del microchip que podría, en teoría, dar a los hackers acceso a información sobre su salud.
“Los datos que usted puede obtener de un chip que está incrustado en el cuerpo son muy diferentes de los datos que se pueden obtener de un teléfono inteligente”, dice Ben Libberton, un microbiólogo en el Instituto Karolinska de Estocolmo. “Conceptualmente se podrían obtener datos sobre su salud o se podrían obtener datos sobre su ubicación o sobre la frecuencia con la que está trabajando, el tiempo que está trabajando, las veces que ha ido al baño y cosas por el estilo«.
Sin embargo, como un empleado optimista de Epicenter dice: “Quiero ser parte del futuro.”