Bethany Benson, una estudiante universitaria de 22 años de edad, se dirigía a su casa en el asiento del pasajero del coche de su novio a altas horas de la noche. Los dos habían ido a visitar a la madre de Bethany, y sabían que el viaje de vuelta sería largo. Cansada, Bethany se reclinó en su asiento y puso sus pies sobre el salpicadero para dormir un poco.
¿Suena familiar? No es raro que quieras estar más cómodo en un largo viaje en coche. Pero el sueño tranquilo de Bethany fue interrumpido por un accidente que le cambió la vida para siempre.
Por el camino, otro vehículo había chocado con una motocicleta. Justo detrás del accidente, un camión con remolque frenó rápidamente para evitarlo. El novio de Bethany, que seguía al camión, frenó también. La fracción de segundo que tomo la decisión hizo que el coche en el que viajan Bethany y su novio chocase de golpe contra el remolque que tenían delante, causando daños irreparables. Mientras que su novio necesitó 100 puntos de sutura, Bethany sufrió un daño mucho más permanente.
Cuando los airbags se desplegaron, golpearon a Bethany en los tendones de las corvas a una velocidad de 300 kilómetros por hora (más o menos la velocidad de un coche de Fórmula Uno). Las rodillas de Bethany golpearon su cara, rompiendo su nariz, la cuenca del ojo izquierdo, y el hueso de la mejilla. También se dislocó la mandíbula. Las bolsas de aire, destinadas a ayudar en caso de accidente, causaron un daño permanente a Bethany porque tenía los pies en el salpicadero del coche.
En el accidente, los pies de Bethany fueron aplastados y rotos. Ahora, sus pies tiene dos tallas de zapato más pequeñas de lo que eran antes del accidente, y tiene que adquirir por encargo caros zapatos ortopédicos para ir cómoda.
Bethany nunca será la misma después de este accidente. Su visión y audición han sido afectadas de manera permanente, y no tiene ningún recuerdo del accidente. Sufrió una hemorragia cerebral que la dejó con las capacidades mentales de una niña de 13 años de edad. Bethany tiene ahora 26 años y vive con su madre, que se preocupa por ella.
En los cuatro años transcurridos desde el accidente, tanto Bethany como su madre se han convertido en grandes defensoras del cinturón de seguridad y la seguridad de los automóviles en general. Juntas, esperan difundir la historia de Bethany y evitar que otras personas se vean afectadas por un simple error. Ambas están comprometidas con la prevención de accidentes de este tipo en el futuro, y tienen la esperanza de advertir a la gente en contra de poner sus pies sobre el salpicadero mientras viajan en el asiento del pasajero.