¿Qué sucede cuando una joven de 22 años de edad y su tía se gastan 70 dólares en dos kilómetros de hilo? Algo completamente impresionante y maravillosamente sentimental.
Se supone que las bodas son unos de los días más especiales en la vida de dos personas, sin embargo, la celebración del amor puede ser fácilmente ensombrecida por el precio de la misma. Vestidos de novia, trajes de etiqueta, comedores, catering – todo suma.
Pero todos sabemos que el amor no tiene precio, no importa si tienes una ceremonia de un millón de euros o una más modesta en el Ayuntamiento, siempre y cuando sea con la persona que amas. Sin embargo, a veces las cosas se vuelven más valiosas debido al valor sentimental en lugar de por lo que cuestan.
Cuando Abbey Ramírez-Bodley vio que los vestidos que quería costaban más de 1.000 dólares, decidió solucionar el asunto con sus propias manos.
Con 70 dólares, ocho meses de trabajo, y la ayuda de su querida tía, Abbey logró lo imposible…
Cuando Abbey Ramírez y su entonces novio Jake Bodley comenzaron a buscar un vestido de novia, se dieron cuenta de los precios exorbitantes. ¡Todo lo que le gustaba a Abbey costaba más de 1.000 dólares!
«Miré y miré y miré, y los que más me gustaban eran exageradamente caros«, dijo la joven 22 años de edad a ABC News.
Cuando Abbey tenía 3 años, su tía, Jennifer Wollard, le enseñó a tejer. Abbey sabía que la única manera de conseguir el vestido que quería era hacérselo ella misma y que su tía le dijera cómo hacerlo posible.
La tía y su sobrina gastaron unos míseros 70 dólares en dos kilómetros de hilo. Y se pasaron los siguientes ocho meses haciendo «manteles». Cada fin de semana se reunían y cuidadosamente cosían los manteles juntos.
Por 70 dólares, Abbey fue capaz de hacer este impresionante vestido. Pero no consiguió sólo un bonito vestido, se trataba de la obra, del vínculo familiar, y del sentimiento que entró en ella.
«Fue maravilloso porque mi tía y yo pasamos mucho tiempo juntas y ella es realmente importante para mí«, dijo la novia a Huffington Post. «Esto será siempre algo que voy a tener con ella. Cuando lo mire, recordaré la boda maravillosa que tuve y también los ocho meses que llegué a pasar con mi tía para hacerlo posible«.
Abbey y Jennifer ni siquiera tenían un patrón, lo único que tenían era su ingenio y experiencia. Las mangas solo necesitaron nueve horas de trabajo.
«Cuando me lo puse, me quedé sorprendida de que era exactamente igual a cómo había pensado en mi cabeza que sería«, dijo. «No tuvimos un patrón, así que fue difícil – no podía tomar la imagen que tenía en mi cabeza y decírle a mi tía: ‘Esto es lo que quiero’. Fue increíble. Fue emocionante. Especialmente por poner tanto tiempo y amor en algo.»
«Está todo cosido a mano y empezamos por la falda«, explicó la novia. «Luego fuimos a la parte superior, luego tuvimos que improvisar para darle un poco de forma. En ese momento, se estaba haciendo bastante pesado, así que tuvimos que llegar a una solución para estabilizarlo un poco. Jennifer utilizó una tela que se ve a través, para darle esa base y robustez que necesitaba«.
El novio estaba tan absolutamente sorprendido por el vestido que ni siquiera estaba seguro de que pudieran terminarlo a tiempo, pero lo hicieron.
«A todo el mundo le encantó«, dijo Abbey. «Algunas personas tuvieron a mi tía durante toda la noche haciéndole preguntas sobre él vestido.»